"Una regla rota, un compás arrumbrado, dos sacapuntas de plástico que no servían para nada, varias gomas de borrar que en lugar de borrar ensuciaban, los lápices por un lado y cada punta por otro, libros descuajeringados, cuadernos arrugados, algún chicle viejo pegado en el fondo, restos de alfajor, dos cartas de amor que nunca contestó"..."figuritas que ya nadie coleccionaba, bolitas, la foto de un ídolo de fútbol, un autito con la pintura descascarada, el atlas viejo que tenía países que ya no existían, un diccionario nuevito nuevito sin uso y una diversidad de pelusas, pelos, polvillos mezclados con las virutas de los lápices y otras suciedades antiquísimas". Eran algunas de todas las cosas que Martín guardaba en su mochila infernal.